lunes, 7 de septiembre de 2015

CIBERSEXO (I parte)


Siempre era la misma canción, el trabajo, los niños cuando me tocaban y cierta desesperación al ver que a mis 45 años la rutina podía con mi vida. Líos en la oficina, clientes no solo insatisfechos sino también pesados y aburridos. Todo eso tenía que cambiar rápido o mi cabeza explotaría sin remedio, junto con toda mi forma de vida.


A través de un conocido descubrí ciertos chats en la red, que me sacaban de mis pensamientos negativos. Conocía mujeres de otros países, casi siempre, con las que mantenía cibersexo a diario. Primero solo escribiendo, más adelante con la webcam, lo que se hacía muy complicado ya que escribir y masturbarse a la vez es difícil; por ultimo todo era con la cam, auriculares y micrófono. Ese tipo de sexo es frio y llegado el momento aburrido, siempre lo mismo, sin sentir el calor humano, sin ese tacto que a mí siempre tanto me ha gustado. No poder tocar a la mujer con la que estas manteniendo una relación sexual es muy duro y más aun no sentir sus manos, sus labios, sus pechos sobre mi cuerpo.

Pero es lo que tenía y me conformaba en cierta manera, me daba libertad para tener fantasías, para desahogarme cuando me apetecía e incluso me ayudaba en mi propia vida sexual, más bien escasa, ya que viendo a algunas de esas mujeres en la pantalla del ordenador se me ocurrían cosas que jamás pensé hacer con una mujer en la realidad y mucho menos que ellas quisieran.

Esto funciono durante un tiempo más o menos largo. Después como todo, rutina y más rutina. Llegar a casa solo como casi siempre, ya que tras el divorcio los niños me tocaban días sueltos y un fin de semana si y otro no, conectarme al portátil, entrar en el chat, elegir con quien quería jugar y 5 minutos después tener la polla en la mano machacándome como un mono, también se hizo aburrido. Además descubrí que muchas de las cosas que yo quería experimentar con mis conocidas no las gustaban, simplemente unas fingían para tenerme contento, otras directamente me consideraban un salido de lo más guarro y por ultimo algunas se cansaban por mi falta de experiencia en esos juegos y me pedían que parase, un polvo rápido y cada uno para su casa sin volver a tener contacto. Con esto que cuento parecerá que soy un ligón empedernido, pues no es así, en realidad hablo de seis o siete mujeres repartidas durante dos años, con las cuales mi única relación ha sido sexual y no precisamente divertida en todos los casos.

Así que lo deje, aparque el portátil, me borre de los chats e intente mantener una vida aburrida y triste sin hacer daño a nadie. Como es normal esto tampoco duro y más en un hombre que desea tanto el sexo que no sabe vivir sin él. Pase por el porno una temporada, por las citas a ciegas otra, esto último fue un completo desastre, todos tenemos sueños con mujeres y hombres de cuerpos perfectos, que en la cama sean casi como los actores porno, que hagan realidad todas y cada una de nuestras fantasías; pues bien, esto no existe y más en la red. Lo único que hay en ella, normalmente son desesperados y desesperadas por un polvo rápido que mienten en los perfiles con descripciones y fotos falsas, no dicen una verdad ni aunque los maten y a la hora de quedar no saben ni cómo actuar. Si lo que buscas es follar se directo, no te inventes un personaje, se tú mismo o misma, en esas citas no hace falta engañar a nadie, todos buscamos lo mismo, sexo, sexo y sexo; con un poco de fortuna será disfrutado por ambas partes, sin compromisos, sin problemas, esos ya los tenemos en la vida cotidiana. Todos en algún momento queremos follar por follar, olvidarnos del amor, de las relaciones y de todos esos conceptos anticuados y absurdos, que tenemos en la sociedad actual.

Pues bien, como del tema se trataba mi último intento fue hacer caso a uno de esos anuncios que nos invaden a diario en las televisiones; una de esas páginas web en las que por un módico precio te encuentran tu pareja ideal, cosa que en parte no deseaba, a no ser que fuera mi pareja de juegos y pudiera llegar a enamorarme. Unas horas después de registrarme empezaron a llegar mensajes de mujeres que querían conocerme, no penséis que cientos de ellos, la verdad es que con los cinco o seis que entraron en mi correo la primera semana yo ya estaba ilusionado.

El trato era muy directo sin restricciones, todo mensajes instantáneos dentro de la página con conversaciones entretenidas, otra forma de conocer gente nueva sin salir de casa. El único problema fue que todas esas conversaciones eran parecidas, ellas buscaban algo serio y yo no sabía muy bien lo que buscaba.
Un lunes al ir a trabajar, parado en un semáforo, note como el móvil vibraba en el bolsillo de mi chaqueta, lo saque y abrí el correo. Tenía un nuevo mensaje de la página de contactos en el que se leía:

            Hola soy Andrea, creo que buscamos lo mismo, salir de nuestra vida y vivir una fantasía.

Sinceramente me sorprendió lo directo que era y más aun habiendo tenido ya unas cuantas charlas en las que la presentación del primer mensaje era algo así como “Soy fulanita, me gustaría conocerte”. La curiosidad me puedo y en el siguiente semáforo conteste:

                Hola soy José, ¿De verdad crees que sabes lo que busco?

Unos minutos después llego la respuesta que yo esperaba:

                Por lo que pones en tu perfil y lo que se sobreentiende, sí, creo que me necesitas a mi tanto como yo a ti.

Durante el resto del día mantuvimos una conversación muy interesante sobre nuestros deseos, nuestras fantasías y que nos planteábamos el uno al otro; resumiendo, follar para salir de nuestra vida insípida durante unas horas, sin ataduras, sin riesgos, todo de mutuo acuerdo. El asunto se calentó de tal manera que al terminar la conversación me sentía muy excitado y tuve que desahogarme en los baños de la oficina, por supuesto imaginándome a una mujer súper atractiva entre mis brazos, de larga melena negra, sonrisa perfecta, con pechos redondos y apretados aunque no demasiado grandes, con un culo duro, piernas largas muy definidas, atrevida y activa en el sexo.


En realidad cuando termine me di cuenta de que con Andrea solo había hablado de sexo y cuatro pinceladas de nuestras vidas, como que los dos estábamos divorciados, que ambos teníamos hijos, lo que nos costaba conocer gente no solo atractiva físicamente sino también intelectualmente; el único inconveniente era que vivíamos a más de dos horas de viaje el uno del otro. Esto último era un problema en parte, ya que ella podía quedar ciertas noches y yo en mi trabajo me podía escapar de vez en cuando para ir a verla, con lo cual la única excusa para no vernos serían las cuatro horas perdidas de ida y vuelta que separaban nuestras ciudades.

Los días pasaban, las conversaciones se hacían más y más calientes, el deseo recorría la distancia que nos separaba a toda velocidad, viajando por la fibra óptica de internet Nos mandábamos fotos semi-desnudos, tocándonos en distintos lugares, algunas en nuestros propios trabajos. En una semana saltamos de la red al móvil, donde la temperatura subió rápidamente. No solo era una mujer inteligente y muy atractiva, también era divertida, sensual, juguetona… La voz de Andrea era cálida, susurrada, ronroneaba para mí, hablábamos de todo, siempre con algo de picardía para mantener esa tensión sexual que tanto nos gustaba. Quedábamos en llamarnos a horas en las que nadie nos molestara, para tener nuestro tiempo, para no tener prisa y sobre todo para dejar que todo fluyera sin forzarlo. Empezábamos hablando del trabajo y terminábamos contándonos nuestra última experiencia sexual con todo tipo de detalles.


Pronto ese deseo empezó a dar paso a algún sentimiento más profundo, a una necesidad de contacto, sentía que hacía años que nos conocíamos, la complicidad entre nosotros era increíble, la química especial y los momentos de sexo al teléfono muy excitantes. Pero las cosas no habían surgido como esperábamos, ya hacía casi un mes de nuestra primera charla, yo recorría Castilla y León por todas las ciudades y pueblos presentando el nuevo producto de la empresa en la que trabajaba, nuestras agendas eran muy difíciles de cuadrar, veía que nunca llegaba el momento de estar juntos en la realidad y olvidarnos del móvil. A diario miraba una y otra vez las fotos que me había mandado Andrea, no solo las más explicitas, también las normales que todos tenemos en nuestro álbum particular, con amigos, de cena, con la familia… Me gustaba mucho y por lo que me decía yo a ella también.


Un día sonó el teléfono de camino a León, por trabajo, en la pantalla del coche apareció su nombre, accione el botón del volante mediante el cual descolgaba y conteste:

-Hola Andrea, que sorpresa, no esperaba escuchar tu voz a estas horas-, conteste amablemente.

-Buenas tardes José, sabía que estarías de viaje solo y aburrido; pensé que algo de compañía te vendría bien para hacer más ameno el camino- dijo Andrea desde el otro lado del teléfono con su voz suave.

-Se agradece guapa, hace demasiado calor y estaba a punto de parar a refrescarme en algún bar de carretera-.

-¿De verdad tienes calor?, yo me estaba quedando fría, sobre mi cama completamente desnuda-, dice ella casi en un gemido.

Esa imagen recorrió mi mente como un rayo.


-Ummm, ¿Estas desnuda?, me gustaría verlo-, intente picarla, quería que me enviara una foto tal y como estaba.

Unos segundos después el teléfono vibra, abro el mensaje que me acaba de llegar y me encuentro un torso desnudo en la pantalla. Sus pechos son más pequeños de lo que parecía en otras ocasiones, pero los pezones son grandes, estan duros y tienen pinta de ser muy sabrosos, me encantan.


-¡Guau!, que pinta tienen, ¿Me dejarías lamerlos?-, la digo mientras siento en mi entrepierna el principio de una erección.

El teléfono vibra de nuevo, es otra foto, esta vez es su pubis, perfectamente depilado a excepción de una pequeñísima parte muy bien cuidada y rasurada.


-Andrea estoy conduciendo, esto va a ser peligroso-, le digo ya muy excitado.

-No hablare más ni mandare fotos hasta que deje de oír el motor del coche, así que ya sabes detente y continuare-, el silencio se hace al otro lado de la línea.

Miro en todas direcciones, sin encontrar donde parar el vehículo, estoy en una autovía y no es tan fácil. Cambio a la pantalla del navegador, veo que en cuatro kilómetros llegare a una gasolinera.

-En unos minutos puedo parar, ¿quieres seguir mientras?-, digo muy exaltado.

-No, seguiré cuando pares, ¿A qué vas a León?-, me pregunta.

-¿En serio, me has preguntado eso?-, me mosqueo.

-José estas conducido, para el coche y seguiremos-, contesta seria.

-Voy a una reunión a las seis de la tarde, espero que dure poco y poder volver a la hora de la cena, esta semana no he visto a los niños y me gustaría pasar un rato con ellos-, le cuento comprendiendo el riesgo que corro.

-Me gustaría que vinieras a verme ya, hace un mes que nos conocemos y aún no hemos tenido ese encuentro que tanto deseamos los dos-, dice Andrea.

-Es complicado por la distancia, pero la próxima semana me parece que me toca visitar a un cliente en Soria, muy cerca de tu casa-, la digo entristecido y deseoso a la vez.

-En mi pueblo no aparezcas, quedaremos en la capital y ya veremos que se puede hacer-, su voz suena triste también.

-¡Ya he paraaadooo!-, canturreo en el coche para sorprenderla.

Entran tres mensajes seguidos, en la primera imagen se pellizca un pezón, en la segunda se chupa dos dedos y en la última solo aparece su boca entreabierta y la punta de la lengua húmeda y deseosa.


-Sácate la polla y colócala en mi boca-, su voz ronronea de nuevo.

Miro a mí alrededor y compruebo que no hay nadie cerca, desabrocho el cinturón y los botones del pantalón, meto la mano dentro de bóxer y agarro con fuerza la ya completa erección.

-Como me has puesto, tengo la polla a punto de reventar cariño-, digo sin dejar de mirarme la entrepierna.

-Me gustaría que estuvieras aquí conmigo, quiero saborearla, llenar mi boca con ella, comerte entero-, la voz de Andrea es un gemido susurrado.

–Mándame una foto, quiero verla mientras juego con mis dedos-.


En dos segundos una foto de mi verga recorre la red y llega a su teléfono móvil, no me puedo resistir y comienzo a masturbarme.

-Así la quiero dentro de mí-, dice Andrea, -Tan grande, gorda y jugosa, tiene que saber buenísima-.

-¿Te estas tocando cielo?-, la pregunto.

-¿Tu no?-, me contesta. –Tengo una mano en la entrepierna y con la otra me pellizco los pezones desde antes de empezar  a hablar, precisamente por eso lo he hecho, dos orgasmos  invadieron mi cuerpo hace unos minutos pensando en nosotros juntos y quería contártelo para que me ayudaras con los siguientes-.


Eso es una de las cosas que más me gusta de ella sin conocerla en persona, siempre tiene ganas, siempre está dispuesta, el deseo la puede, la pasión dirige sus sentidos, es como yo, delicada y a la vez salvaje en el sexo, esto último lo suponia claro.

-José tengo los dedos tan mojados que se me van a encallar, necesito que me folles ya-, la frase termina en un gemido largo.

-Estoy deseándolo, monta sobre mí-, le digo,- dame tus pezones quiero lamerlos mientras lo hacemos-.

Estoy tan excitado que incluso saco la lengua como si los tuviera delante. Cada vez me masturbo con más velocidad, voy al ritmo de los jadeos que escucho a través del teléfono, tengo que parar para no correrme y es en ese momento cuando escucho un nuevo orgasmo. Mi respiración se acelera, miro mi miembro deseoso de poder estar de verdad dentro de ella; prácticamente siento su piel sobre la mía, cabalgando, sudando juntos, gozando. Por el auricular suenan varios “SI” seguidos, Adriana estalla otra vez.


-Dame tu leche, lléname de ti, quiero sentirte dentro de mí-, chilla por el teléfono.

-Si cielo, sí. Ya, córrete conmigo, no puedo esperar más-, grito yo también.

Nos corremos juntos,  la sigo sin remedio, no puedo parar de decirla que la deseo.


-Ahora quiero que me comas, pero despacio mi clítoris está muy sensible-, esto no tiene fin, es un placer para mis sentidos.

Imagino como abro  con los dedos su sexo rosado, húmedo; siento al acercar mi cara el calor que desprende, su aroma intenso. Paso la punta de mi lengua con delicadeza por los labios mayores, después por los menores, hundiéndome más y más en su cuerpo hasta dar un amplio lametazo saboreando los jugos de Andrea, me detengo en el clítoris para masajearlo solo con la punta, muy despacio muy suave, aumentando el ritmo a la vez que hago círculos sobre él. Todo lo que imagino se lo voy describiendo por teléfono, escucho sus jadeos y siento como mi erección empieza a hincharse de nuevo.

-Otra vez José, así, así, cómeme-, es su entrada en éxtasis de nuevo.


Cuando termina creo que esta convulsionando.

-¿Quieres más?-, la digo.

-Túmbate boca arriba, quiero montarte otra vez-, dice Andrea susurrando con la respiración entrecortada. –Quiero que sientas como masajeo tu cuerpo con el mío, como aprieto mis pechos contra tus testiculos, como paso mi lengua por ellos-. 

Mi miembro vuelve a palpitar con fuerza entre los dedos de la mano derecha, me masturbo muy lentamente, quiero disfrutar cada segundo de la llamada.

-No voy a dejar que me penetres aun, solo te utilizare para darme placer-, me dice.


-Hazme lo que más te guste, quiero saber si eres capaz de tener más orgasmos, quiero escucharte gritar, quiero más de esto que me estás dando-, prácticamente la suplico.

-Estoy lamiendo cada centímetro de tu piel, me sentirás por tu cuello, por tu pecho, como muerdo tus pezones, como los lamo, como beso tu abdomen, como saboreo tu rica polla, mientras me masturbo sin cesar-, la voz de Andrea es de nuevo un gemido, tengo la sensación de tenerla a mi lado. -¿Quieres verlo?-.

-Siii, eso quiero, verte-, contesto sin dejar de tocarme.

Una foto entra en el móvil, la abro rápidamente, Andrea está a cuatro patas sobre la cama, con una mano entre las piernas, con los dedos dentro de su vagina; la otra mano sujeta el móvil frente a un espejo.


-Métemela en esta posición-, me pide.

-Voy ahora mismo, lo deseo tanto, como me gustas-, cierro los ojos decidido a eyacular otra vez en esa misma postura.

-No puedo parar, me corro-, chillo por el teléfono.

-Yo tambien, dámelo lléname de ti-, escucho en el mismo instante que los dos nos corremos de nuevo juntos.

Estoy agotado, rendido a los pies de esta mujer que me da tanto placer por el móvil, ¿Cómo será estar con ella? Me pregunto.

-José, otro, no pares ahora-, dice con voz insaciable y tiene un último orgasmo.

-Andrea, gracias, ha sido una experiencia maravillosa, fantástica y muy satisfactoria-, le digo.

-Para mí también cielo, espero poder hacer nuestras fantasías realidad muy pronto-, dice ella.

-Princesa, tengo que seguir conduciendo o llegare tarde a la reunión-, digo mientras intento que mi respiración se tranquilice.

-Me parece bien, pero te aviso de una cosa, aún no he terminado recuerda mientras conduces que yo sigo aquí tocándome pensando en ti y en lo que haríamos si estuviéramos juntos. Besos, no me olvides-, se despide Andrea.

-Besos, mi niña, pronto estaremos juntos y podre comerte, lo estoy deseando-, contesto y cuelgo.

Al arrancar el coche me doy cuenta de que con tanto jadeo he empañado los cristales del coche de alquiler, ha sido inolvidable, pero sobre todo muy sentido y vivido, creía tenerla sobre mí. Muchos kilómetros después, sigo pensando en Andrea en las ganas que tengo de tenerla entre mis brazos, en los nervios por el que pasara el día de nuestra primera vez. Durante la reunión no me concentro, en mis oídos resuenan sus gemidos haciendo que en un par de ocasiones se me vuelva a poner dura.

De regreso a casa, mientras mi cabeza maquina como escaparme un día a verla, suena un mensaje en el móvil:

Ahora no puedo hablar, ¿quiero saber si te ha gustado o esperabas algo distinto? Por si te sirve de algo yo continúe donde lo habíamos dejado y he tenido dos orgasmos más, no sé qué haces conmigo pero me tienes siempre mojada como una perra en celo.

No tardo nada en contestar, jugándome una multa o lo que es peor un accidente.

Ha sido fantástico y sí, me ha gustado muchísimo. No hagas planes para el viernes que viene a medio día. Tengo un reunión allí ese día y voy a ir a verte. Vete pensando en que hotel nos reuniremos y si puedes resérvalo ya.

Un par de minutos después entra otro mensaje de Andrea.

Esta hecho, el hotel será el Parador de Soria, he reservado habitación para ese día, no podremos entrar hasta las doce de la mañana, ya sabes cómo funcionan estas cosas. Así que te dará tiempo a tener tu reunión sin problemas. Ahora estoy excitada y nerviosa uff.

La contesto y me despido de ella.

Yo también estoy nervioso, pero no te preocupes sabemos lo que queremos y todo saldrá muy bien. No podre llegar hasta casi la una de la tarde por lo de la reunión. Un millón de besos.

En mi mente ya solo puedo pensar en estar con ella, ni siquiera puedo seguir conduciendo. Paro en la primera cafetería que encuentro y revivo todas la conversaciones anteriores con Andrea. Queda una semana para vernos y ya me tiemblan las piernas, pero estoy seguro de que será inolvidable.

                                                                                                                      J.M. LÓPEZ

12 comentarios:

  1. Solo he dado un paseo, aquí hay que venir con tiempo, para leerte despacio, para sentir cada letra, cada palabra... volveré pronto, no puedo dejar esto a medias :-)))
    Un beso

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  2. Muchas gracias, eso espero que me leas con calma y hacerte sentir cada palabra en la piel. Besos

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  3. Tórrido relato para una tórrida tarde...quizás pueda igualar a Andrea...Muacksssss

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    1. Gracias por el comentario, aquí también hace un calor horrible creo que va a ser bueno igualar a josé también.
      Besos

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  8. Me pilló leerlo en un sitio público,increíble... espero más....me encantó,gracias.

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    1. Me encanta algún día me contaras que paso en es lugar y cuales fueron tus sensaciones.
      Gracias besos

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