jueves, 19 de febrero de 2015

LA SORPRESA DE ANA ( I parte)

Hacia tiempo que Ana y yo jugábamos a prepararnos sorpresas nocturnas, para intentar mantener nuestra relación con toda la pasión que podíamos. Cada fin de semana que podíamos deshacernos de los niños dejándolos con alguno de sus abuelos uno de los dos era el encargado de dirigir el juego.
   Tras varios intentos medio fallidos al principio, pronto conseguimos que el juego cogiera un a temperatura adecuada, que los dos interpretáramos el rol que el encargado de la aventura hubiera decidido. No hablábamos de ello, simplemente nos enviábamos mensajes de movil con las condiciones, el lugar y los posibles artilugios que nos harían falta.

   Esta semana le toca a ella, solo me ha escrito en que lugar y a que hora vamos a quedar, que la ropa tiene que ser la normal para salir de fiesta por las calles de Valladolid y que esta vez usaremos nuestros nombres auténticos (Ana y Jose) sin ser ningún personaje, simplemente haremos como que no nos conocemos en el primer lugar de encuentro.
   El sábado una hora antes de lo pactado salgo de casa con los niños para llevarlos con mis padres. Me ducho y arreglo allí simplemente unos vaqueros claros, una camisa negra de manga larga y unas botas marrones, como hace mucho frío estos días también llevare un abrigo bastante grueso de color azul marino. 
   Salgo en dirección a la plaza de San Miguel, tras un par de vueltas buscando aparcamiento sin éxito decido meter el coche en el aparcamiento subterráneo de la Plaza Mayor. Al salir de el por las empinadas escaleras un golpe de viento helado me sacude en la cara, saco el paquete de tabaco de un bolsillo del abrigo encendiendo un cigarrillo inmediatamente aun temblando por el frío.
   Con grandes paso voy directo al punto de encuentro, la Cafetería Continental en la misma plaza, abro la puerta de madera con cristales oscuros, entro mirando en todas direcciones; ella no ha llegado. Me siento en un taburete en la barra ovalada y pido una copa. Media hora después ella no ha aparecido, me estoy poniendo nervioso y el local se esta llenado de gente. Saco el movil del pantalón y me dispongo a marcar su numero cuando el camarero se acerca a mi y me dice:
-Esta usted invitado-.
-¿Como?¿Quien me ha invitado?-, le digo sorprendido.
-La señorita del otro extremo de la barra, eres un tío con suerte esta buenísima-, me dice sonriente.
   Miro hacia donde el me indica, allí esta ella, con un brillo especial en los ojos, dejando caer sobre el hombro derecho su larga melena negra. Hago un gesto de agradecimiento y le digo al camarero que me ponga otra copa y que la invite a ella a lo que desee. Cuando me sirve voy hacia ella, ya puedo verla por completo; tiene puesto un largo abrigo de piel de conejo completamente negro, unas medias con costura por detrás y unos zapatos de tacón altísimos y finísimos. La doy las gracias por su invitación y me presento dándola dos besos, a los que ella responde con una sonrisa y una mirada inquisitiva.


-Pensé que eras un poco mas lanzado, ¿Crees que te invitaría a una copa solo por dos besos?-, me dice apartando de ella poniendo una mano en mi pecho.
   El juego va a ser duro hoy. Me acerco a su oído como para hablarla por encima del ruido de la cafetería, pero en lugar de hacerlo doy un ligero lametazo en el, ella tiene un escalofrío. Su reacción estando tan cerca es meter la mano entre mis piernas rozándome con fuerza el paquete y quedando su mano agarrada a lo que promete ser una gran erección si seguimos jugando así. Me lanzo a sus labios, Ana abre un poco la boca para que nuestras lenguas resbalen una contra la otra, me coge del brazo y dirige mi mano al interior de su abrigo. Mis ojos se abren de par en par al descubrir que no lleva nada debajo, recorro su cuerpo rápidamente y descubro que solo lleva un liguero que sujeta las medias y el sujetador. Ella abre los ojos.
-Si te gusta lo que sientes llévame a tu casa y podrás desenvolver tu regalo Jose-, dice apretando con mas fuerza mi ya duro miembro.
   Saco la cartera sin decir nada, dejo veinte euros sobre la barra, la doy un rápido beso y la digo al oído:
-Me ha entrado prisa, creo que nos vamos a mi casa preciosa-, en mi voz se nota la ansiedad y el deseo desenfrenado.
   Los dos nos dirigimos al aparcamiento cogidos de la mano lanzándonos miradas apasionadas, al llegar a mitad de las escaleras y comprobar que no hay nadie cerca la sujeto con fuerza por la cintura, apoyo su cuerpo contra la pared besando su boca con locura. Ana abre un poco mi abrigo y tira con fuerza de los cuellos de la camisa arrancando de cuajo varios botones, mete sus manos dentro pellizcando con fuerza mis pezones hasta hacerme algo de daño; yo meto mi mano por debajo del abrigo acariciando sus muslos hacia arriba hasta llegar al mojado sexo, introduciendo en el un dedo y jugando con otro suavemente sobre el hinchado clitoris, un gemido sale de su garganta justo en el momento que unos pasos nos sacan de la fantasía.


   Tras pagar el parking y montar en el coche salimos hacia nuestra casa, no me puedo contener y en el primer semáforo intento meter de nuevo una mano bajo su abrigo, ella me detiene.
-Jose, tu conduce y déjame jugar a mi, no me has invitado a cenar y tengo mucha hambre-, mientras dice esto abre los botones de mis vaqueros, saca el miembro completamente duro no sin algo de esfuerzo y se inclina sobre el dandole un gran beso en la punta y lamiendo todo su contorno con tanto hambre como dice que tiene.


   Yo no dejo de conducir y mirar inquieto en todas direcciones intentando que nadie vea lo que sucede en el interior del coche, los nervios y la excitación son tremendos, pero el morbo y el deseo superan todo lo demás. Ana se mete todo lo que puede en la boca y juega con la lengua con ella, en varias ocasiones durante los diez quilómetros que hay hasta nuestra casa estoy apunto de eyacular, ella me conoce bien y se detiene justo en el momento preciso para que ese instante no llegue. Cuando llegamos a nuestro destino ya en el garaje aumenta el ritmo de su cabeza haciendo que sus labios suban y bajen por todo mi miembro; no tardo en descargar salvajemente en su interior pero ella no se detiene tragando hasta la ultima gota del liquido viscoso que la he proporcionado.


   Arreglamos nuestras ropas, subimos a casa sin dejar de besarnos en el ascensor. Al entrar Ana me hace esperar en el hall y ella se va a la habitación. Unos minutos después me llama, al entrar me sorprendo; todo nuestro dormitorio esta iluminado con decenas de velas pequeñas, solo con el liguero y las medias Ana se ha atado boca arriba con unas esposas plateadas al cabecero de la cama, sobre la colcha roja una fusta negra con una pluma azul en la punta.
-¿Crees que sabrás usar tu regalo o necesitaras que te diga que has de hacer?-, me dice con una gran carcajada mientras abre por completo las piernas dejando me ver su rosa, húmedo y abultado sexo.

4 comentarios:

  1. mammamía¡¡¡¡ y nos dejas así? no tienes piedad¡¡ jjejejejje
    muy bueno¡¡ enhorabuena¡¡¡

    ResponderEliminar
  2. Te he concedido un premio.
    Espero que lo aceptes.
    Un abrazo
    http://brendablennox.blogspot.com.es/2015/02/one-lovely-blog-award.html

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por el premio, responderé a las preguntas como comentario en tu blog Brenda.
      Besos

      Eliminar

Se agradecerán los comentarios que sirvan para mejorar.