viernes, 27 de diciembre de 2013

FIN DE SEMANA DE RECONCILIACION


Últimamente las cosas no nos han ido muy bien, nos vemos poco y casi no hablamos. En tu trabajo hay muchos despidos y traslados, estas tensa y no se puede hablar contigo, saltas a la mínima y yo nunca me callo, todo esto creo que está afectando a lo nuestro y no para bien precisamente.
Lo mío no está mejor, yo tengo demasiado trabajo, lo cual no es malo, con lo mal que esta todo, pero llego siempre tarde, cansado y sin ganas de nada, muchos días estas ya en la cama y se nos pasan las semanas sin dirigirnos la palabra. Para colmo ha sido un invierno muy largo y prácticamente nos hemos aguantado el uno al otro a diario en casa sin posibilidad de salir como hacíamos antes, a desahogarnos de fiesta de vez en cuando, o simplemente a dar un paseo.
Por eso decidimos alquilar para el fin de semana casita rural. Como siempre no nos poníamos de acuerdo, tú querías playa para poder tirarte al sol como los lagartos y yo montaña para hacer alguna ruta con la moto por esas carreteras serpenteantes que tanto echo de menos. Al final el acuerdo estaba claro aunque nos costó, montaña con un embalse cerca y así tener un lugar donde ponerte morena y refrescarnos.

Tras un viaje raro, en el que no nos dirigimos la palabra y en el que la maquinita loca del GPS nos ha hecho perdernos varias veces y terminar los dos a voces por ver quien tenía la culpa, llegamos a la casa rural.
 La verdad es que nos sorprende mucho, es aún más bonita y el lugar más agradable, de lo que parecía en las fotos de la web donde la hemos reservado.
Tiene dos plantas, es tipo apartamento, en la planta baja cocina americana con un amplio salón, aseo y salida a la parte trasera donde hay un precioso jardín. En la planta alta un gran dormitorio y un baño con jacuzzi, las ventanas están en el techo abuhardillado que a su vez está cubierto de madera.
Deshacemos las maletas y yo bajo al jardín a fumar un cigarro mientras tú te lías a maquillarte y acicalarte, tardando una eternidad como de costumbre. La verdad es que hoy ha merecido la pena esperar, cuando bajas tienes puesta una blusa blanca muy ceñida y una minifalda de tela muy fina y sedosa color azul, ya ni me acuerdo cuando fue la última vez que te vi con minifalda, te has dejado el pelo suelto y tu melena rubia te cae de manera desenfadada sobre los hombros. Estas preciosas.

Como nos hemos perdido por el camino varias veces ya es tarde, la tiendecita de ultramarinos del pueblo está cerrada, así que habrá que buscar algún sitio donde cenar.
Le preguntamos a la mujer de recepción, una anciana que parece sacada de una película de la edad media, con un pañuelo negro atado al cuello, vestido hasta los tobillos de color marrón  y unos zapatos de madera que al parecer son muy típicos en esta zona llamados madreñas. Ella nos indica, muy amablemente y con una voz muy dulce, que en el pueblo solo hay una fonda pequeña pero que se come muy bien y por poco dinero, además son familia suya y nos asegura que toda la comida es casera y de productos de la zona.
Así que sin prisa salimos de la casa y damos un paseo hacia el restaurante, bar, fonda o como se quiera llamar por aquí, mientras contemplamos la arquitectura del lugar.
Es un pueblo, más bien una aldea, que no tendrá más de 50 habitantes pero es precioso, situado en la ladera de la montaña a media distancia entre la cima y el embalse, en el cual se refleja todo el entorno de un valle verde por todas partes menos los picos de las montañas que son de un blanco perfecto por la nieve. El pueblo está construido entero en piedra, con los tejados de pizarra y las vigas de madera cruzadas en las fachadas, con las calles adoquinadas con la misma piedra, parece sacado de un cuento de los hermanos Green o de una película sobre la Heidi.
 

Nos hemos quedado boquiabiertos mirándolo todo, llegamos al lugar donde nos ha dicho la anciana, ella tenía razón es muy pequeño pero muy acogedor. En el interior todo es de piedra y madera, tiene sólo tres mesas y una gran barra fabricada de una sola pieza de no se qué árbol pero es enorme y en ella se notan las marcas de los más de cien años que tendrá el lugar.
 Un hombre joven se nos acerca  sonriendo nos da las buenas noches y nos indica que nos sentemos en una mesa muy cerca de la chimenea que acaban de encender. No tienen carta así que recita de memoria los dos primeros y dos segundos que hay en la casa y el postre, este ultimo único, si lo quieres lo comes y si no lo dejas.
 Pedimos la cena y nos trae una botella de vino blanco para que no nos quedemos secos mientras la preparan.
Por fin empiezas a hablar, la conversación es sobre lo bonito que te parece todo y lo bien que has elegido el lugar de descanso para desconectar del trabajo, yo pensaba que delante del ordenador cuando lo hemos reservado estábamos ambos y que la decisión después de descartar varias opciones era de los dos, pero sé muy bien cómo funciona tu cabeza y que si te digo que ha sido entre los dos comenzaremos a discutir y me niego a hacerlo, así que no digo nada, a mí también me gusta mucho este sitio.
Te sirvo el vino brindamos de mala gana con un simple – por un buen fin de semana - y gracias a dios nos traen la cena.
 Esta exquisita, hacía mucho que no comía algo tan sabroso y a ti también te ha gustado, has pasado de tu eterna dieta y te lo has comido todo, lo cual me sorprende muchísimo. El postre era único, pero es normal con ese sabor a fresas maduras , una crema casera sobre un crujiente de hojaldre y ese aroma tan intenso no necesitan tener más.

 Salimos del restaurante, pero no vamos a la casa, sin hablar y sin mirarnos comenzamos un paseo por el pueblo, a la luz de las farolas es aún más bonito y tiene un toque de misterio.
 Cada vez vamos más despacio y más juntos, me agarras de la mano y me siento muy bien, me gusta. Empezamos a hablar, nada del otro mundo, sobre lo bonito que es el pueblo de nuevo, lo agradable de la gente y sin darnos cuenta llegamos a la casa rural, saco las llaves del bolsillo y cuando voy a abrir la puerta me agarras del brazo y me dices - aún no cariño, quiero más de esto no sé cómo reaccionar, cierro de nuevo y me guardo las llaves.
 Te doy la mano otra vez para seguir andando, pero me coges por la cintura y me besas como no lo hacías antes, yo te correspondo y mi cuerpo se estremece por las emociones olvidadas.
 
 Te apartas un poco de mi boca y te acurrucas en mi pecho mientras me das un largo y cálido abrazo, te noto muy relajada y con la respiración agitada me dices - te quiero- y me besas otra vez. Te abrazo con fuerza apretándote contra mi cuerpo, sintiendo tu respiración y la mía al compás y te beso muy despacio, saboreando cada milímetro de tu boca, bajo un poco la mano derecha y te acarició el culo, tu cuerpo se estremece, bajo la otra y te agarro con fuerza por los glúteos los aprieto con dulzura y tiro de todo tu cuerpo hacia mí y no puedo ni quiero dejar de besarte, me estoy poniendo muy cachondo y tú también.
 Pasas una mano entre los dos y me agarras con fuerza la erección que ya tengo, me sigues acariciando el miembro hasta que se pone durísimo, te beso el cuello mientras susurró tu nombre - Carla, Carla para por favor, pueden vernos, para Carla- me miras a los ojos, me sonríes y me dices - entonces a que esperas para abrir la puerta - te ríes con malicia y picardía.
 Me apresuro para abrir la puerta y con la emoción. Se me caen las llaves al suelo, te ríes de nuevo, es una carcajada deliciosa como cuando nos conocimos que era todo pura diversión, siempre juntos y siempre riéndonos y pasándolo bien solos o en compañía de nuestros amigos.
 Me agacho a coger las llaves y aprovechas para meter tu mano entre mis piernas y me palpas con deseo, mi polla quiere salir del vaquero, abro rápidamente, entramos, te cojo por la cintura y apoyo tu cuerpo contra la pared de la entrada, mi lengua y la tuya se retuercen, entre ellas no hay espacio, nuestras bocas son todo deseo. Agarro la blusa por el centro y pego un fuerte tiro. Los botones saltan por todas partes, abres un poco los labios sacas la punta de la lengua y te la muerdes un poco, de forma muy lasciva.
Comienzo a besar tus pechos, son grandes, duros y suaves, muy suaves, agarro los dos los junto y no paro de besarlos y lamerlos. Me sacas la camiseta y te quitas el resto de la blusa y el sujetador, te digo - que tetas tienes mi vida, que ricas son - mordisqueo esos ricos pezones  que ya están duros como piedras, te quejas un poco pero me agarras la cabeza con las dos manos y la aprietas contra ellos para que no pare de mordisquearlos, me apartas y me dices - ¿ahora me toca a mí no?- bajas la lengua por mi cuello hasta mi pecho y comienzas a morderme los míos, ! Joder que cabrona, me hace daño pero me gusta! Mientras me comienzas a quitar el cinturón, le sacas de los pantalones de un tirón, tu boca sigue bajando por mi abdomen, metes la lengua en el ombligo y sigues con los botones del pantalón, uno a uno, despacio, lo estás disfrutando, sabes lo que quiero, pero me lo vas hacer desear.

Por fin terminas de abrir mi pantalón, metes dentro la mano me coges la polla y la aprietas con fuerza, te ríes  y me dices - parece que te alegras de verme -  continuas bajando, tu boca me la besa a través de los calzones y la das un mordisquito  en la punta , -por dios que placer- grito.
 Me bajo un poco lo pantalones con los bóxer incluidos y mi polla asoma por encima - no seas malo, mis regalos los abro yo sólita - y me das otro mordisquito de castigo que provoca que la saque entera, la miras, como estudiándola, y de repente te la metes en la boca, que bien lo haces - no pares sigue, trágatela entera, si- no dejas de succionar, de lamer y a la vez me masturbas, voy a reventar y no quiero, aún no.
Te aparto de mí, entramos un poco más en la casa te doy media vuelta para que estés de espaldas a mí y te apoyo contra la barra de la cocina América, meto mi mano bajo tu minifalda y en cuanto notas mis dedos comienzas a  jadear, estas empapada. Meto un dedo y después otro masajeando tu coño, tan caliente y húmedo. Comienzas a moverte, quieres más pero no te lo voy a dar aún, saco los dedos y me suplicas que siga, te quito el tanga, levanto la falda por encima de la cintura y meto de nuevo los dedos.
 Tu cuerpo pide más, se lo que quieres, así que te voy a dar un premio, sin cambiar de postura te la clavo desde atrás pero no toda solo la puntita, que rico. Me muevo muy despacio adrede para que supliques y tardas muy poco en hacerlo - vamos , métemela toda, dámela por favor -, de un empujo te la doy y chillas - si más, dame más - pero eso solo era un anticipo, salgo de tu cuerpo - no, no, no, porque paras –.
 
Te giro ahora ya estamos de frente. Nos besamos, nos tocamos, se nota que nos hacía falta esto.
Te cojo por la cintura, te levanto un poco y tu culo queda apoyado en la barra de la cocina, empujo tu cuerpo hacia atrás y tu coño se presenta ante mi cara espléndido, sonrosado y muy mojado.
Comienzo a besarle, con los dedos le abro un poco y masajeo tus labios menores, dejas que tu cuerpo caiga sobre la encimera que estará fría pero ni siquiera lo notas, con tus manos te acaricias las tetas y te pellizcas los pezones.
No he dejado de besártelo, mi lengua comienza un baile con tu hinchado clítoris, tus jadeos se trasformas en grititos, cada vez que hago un círculo con la lengua alrededor de él.
Me gritas - para, para no puedo más - pero no paro,  te corres muy fuerte y largo pero no paro y unos segundos después llega otro, ahora eres tú la que me aparta, bajas de un salto y me empujas hacia el sofá.
Me tiras sobre él y te montas a horcajadas sobre mí, te la metes hasta dentro y empiezas a cabalgar de manera salvaje, estas en éxtasis y quieres seguir así, gritas - si, si, si, otra vez, si - no paras no quieres parar te corres otras dos veces así, estamos empapados y tu destrozada.
Giro un poco y en cuanto puedo te pongo a cuatro patas, te folló con fuerza, al chocar mi cuerpo contra tu culo suena como si fueran azotes, eso me pone muchísimo - me voy a correr- y tú dices - si dámelo todo - cuando estoy eyaculando me chillas - no paredes - y continuo unos empujones después estallas tu de nuevo.


Caemos rendidos los dos, nos abrazamos, nos besamos y no tardamos en quedarnos dormidos, así juntos como si nuestros cuerpos se hubieran fundido juntos con tanta pasión.
Cuando despierto te has levantado ya, no te veo en la planta baja pero oigo tus paso en el piso de arriba, al oírme me llamas - José, ¿estas despierto? Sube por favor.
Llego a la habitación, tampoco estas, una preciosa y estilizada pierna asoma por la puerta de baño y también una mano que me indica que me acerque.
 Entro y hay estas, completamente desnuda me besas y los dos decimos a la vez – TE QUIERO - nos reímos. Has preparado el jacuzzi, con espuma y huele a sales de baño. Me pides que me meta y lo hago, el agua esta tibia, es una sensación muy relajante, detrás de mí entras tú, nos besamos durante un largo rato, allí relajados me pides perdón por todo y yo hago lo mismo. Nos abrazamos y de nuevo hacemos el amor.
 
El domingo al medio día después de hacer las maletas y vestirnos, bajamos donde esta la viejecita a pagar antes de irnos, nada más vernos nos sonríe y nos dice -buenos días, parece que el fin de semana ha sido agradable, no han salido de sus habitaciones en dos días- y continúa riéndose.
 Antes de comenzar el viaje de regreso vamos de nuevo al restaurante donde cenamos el viernes, por cierto esa fue la última vez que comimos, esta vez cambiamos el menú y comemos lo que no quisimos el primer día, está todo igual de bueno, con el postre jugueteamos un poco dándonos pequeñas porciones el uno al otro.
Ha sido un fin de semana genial, jamás imagine que lo que nos hacia falta sería estar solos y juntos, así el amor que sentimos el uno por el otro volvería a florecer y además con la pasión que ha sido, estoy muy feliz y tu continúa sonrisa me dice que tu también.

Desde entonces repetimos todos los años, por lo menos un fin de semana, aunque ahora alquilamos una casa más grande, nuestros dos hijos vienen con nosotros y el mayor no sabe que fue engendrado aquí, en una pequeña aldea de Asturias donde sus padres pasaron los mejores días de su vida y donde todos nuestros problemas se solucionaron con el simple hecho de querernos, amarnos y dejando rienda suelta a nuestros deseos y pasiones.
                                                                                              J.M.LOPEZ


8 comentarios:

  1. no estaría mal que las reconciliaciones fueran asi

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  2. Oscar Lazaro Arranz2 de febrero de 2014, 16:39

    Ya no me acordaba de lo que era leer literatura erotica...He de decir que si me dan ganas de escribir, es que me ha gustado.
    Y me apetece escribir...
    Gracias.

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    1. espero que te den ganas de escribir con los demás, muchas gracias

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  3. Las reconciliaciones siempre son buenas... sobre todo si empiezan con juegos.
    Besos de Pecado.

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    1. Quieres jugar? Me apunto.
      Gracias por el comentario.

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    2. Ya sabes la pregunta a tu respuesta... ¿lo dudas? :-)
      Besos de Pecado.
      PuramenteInfiel.

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    3. sin pregunta no hay juego y claro que lo dudo, siempre se duda un poco.

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